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| Noticias Manmin   No. 136 | HIT 7857 | DATE 2013-03-10
 
Dios me revivió, aunque no tenía ninguna esperanza de recuperación



Deaconess Hyemin Chae and her daughters Sonie and Hanie


Diaconisa Hyemin Chae (Iglesia Internacional Manmin de Nueva York, Estados Unidos)



En el año 2005, mi familia emigró a la ciudad de Nueva York, en los Estados Unidos. Asistimos a la Cruzada Nueva York del Dr. Jaerock Lee que se realizó en el Madison Square Garden en julio de 2006.

Fuimos testigos del arrepentimiento, sanidad y milagros, y las obras explosivas de poder que descendieron sobre la congregación. Yo recibí la llenura del Espíritu y parecía que mi familia estaba creciendo. Pero después de un tiempo dejé de orar, así que, con el paso de los días llegué a vivir una vida cristiana comprometida con el mundo.


Mi recuperación parecía algo imposible por causa de las repetidas cirugías y el sangrado excesivo

A principios del año 2012 concebí a mi segunda hija después de 12 años de haber tenido a mi primera niña. A causa de un pólipo en mi vientre, a menudo tenía un flujo de sangre hasta el cuarto mes de embarazo, por lo que frecuentemente me llevaban a la sala de emergencias.

Recibí la oración del Dr. Jaerock Lee por los enfermos sobre mi vientre vía Internet con el pañuelo del poder sobre el cual él había orado (Hechos 19:11-12). Poco después de eso el sangrado se detuvo y no tuve ningún problema hasta el final.

Alrededor de las 11h00 del 6 de noviembre de 2012, tuve a mi hija a través de cesárea ya que de ese modo había tenido también a mi primera hija. No obstante, esta vez se requirió dos horas más de lo normal y finalmente perdí la consciencia.

Esto me ocurrió por causa de los loquios, una secreción vaginal normal durante el puerperio, es decir, inmediatamente después del parto. Esta no se dio después del nacimiento de mi primera hija. La secreción se adhirió a mi útero y vejiga con pus. Además la placenta, el útero y la vejiga estaban pegados el uno al otro, lo que no permitía el descenso de la placenta.

A pesar de todo, los médicos sacaron la placenta con mucha dificultad, pero las contracciones uterinas se debilitaron y causaron que sufriera de sangrado excesivo. Recibí una transfusión de nueve pintas de sangre e intentaron hacer una compresión percutánea con balón intrauterino para evitar el sangrado, pero todo fue inútil.

A las 21h00 del mismo día me hicieron una ligadura de la arteria hepática para detener el sangrado, pero tampoco funcionó. Finalmente, a las 22h00 me sometieron a una histerectomía total para extraer el útero.

Con mucho cuidado, los médicos hicieron la extracción del útero adherido a la vejiga y arreglaron las partes dañadas en la vejiga, pero nada funcionó y mi barriga estaba muy inflamada por causa del sangrado que no se detenía. Al final me hicieron una laparotomía urgente, es decir, una incisión quirúrgica a través de la pared abdominal. El médico abrió mi abdomen, sacó la sangre y arregló algunos agujeros en la parte trasera de mi vejiga. No obstante el sangrado continuó.


Volví a la vida gracias a la oración del Dr. Jaerock Lee que trasciende el espacio y el tiempo

El Pastor James Sim de la Iglesia Internacional Manmin de Nueva York y su esposa ofrecieron oración y ayuno por mí, al igual que mi familia en Corea, arrepintiéndose en mi lugar y en el de mi familia por no haber llevado una vida cristiana adecuada.

Por la gracia de Dios, la urgencia de mi caso llegó a conocimiento del Dr. Jaerock Lee quien se encontraba orando en su casa en la montaña de oración. Escuché que él oró fervientemente con el poder de Dios que causa que tomen lugar las obras que trascienden el espacio y el tiempo. Me informaron que el sangrado se detuvo el momento mismo en el que él oró por mí. Este fue el poder con el que Jesús hizo volver a la vida a Lázaro, quien había estado muerto por cuatro días. ¡Aleluya!

Me recuperé tan pronto que me sacaron de la unidad de cuidados intensivos a una sala general en tan solo dos días. Los médicos expresaron su asombro, indicando que el hecho de que haya vivido se trataba de un milagro, al igual que mi recuperación. Dijeron que esto era la obra de Dios y mi caso se convirtió en un tema de conversación en el hospital.

Me he sentido bien desde que me dieron de alta el 27 de noviembre de 2012. Tras este incidente, me arrepentí por no haber tenido fe verdadera a pesar de haber dicho que creía en Dios y por no haber confiado completamente en el poder de Dios manifestado a través del Dr. Jaerock Lee, a pesar de que yo misma lo había visto innumerables veces.

Además comprendí que una vida en el mundo, apartada totalmente de Dios, es vanidad de vanidades. Aún más, obtuve fe y esperanza por la Nueva Jerusalén, la mejor morada en los Cielos.

Doy todas las gracias y gloria a Dios quien me hizo volver a la vida aunque estaba destinada a morir.



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