Desapareció la parálisis facial causada por un accidente de tránsito
Hermana Kazumi Akushichi (Iglesia Manmin de Yamagata, Japón)
El 12 de agosto de 2007 tuve un grave accidente; mi automóvil colisionó de frente con otro automóvil que cruzó la línea central. Mi rostro fue muy lastimado y todo mi cuerpo estaba herido. Fui llevada a una unidad de cuidados de emergencia y fui sometida a una cirugía mayor. Tras estar al borde de la muerte por 3 días, recobré la conciencia. El oficial de policía que estaba al frente de este accidente dijo con sorpresa: "En 43 años de mi carrera como policía no he visto a nadie sobrevivir después de ese tipo de accidente". Me indicó también que el accidente fue causado por la negligencia del otro conductor.
Tuve parálisis facial y mi cuerpo se sentía adolorido, como si me hubieran golpeado en todo el cuerpo. Tuve que recibir terapia física, pero la recuperación no era clara; esto requirió de muchos días y sufrí dolor severo.
En enero de 2009 una persona conocida me visitó en el hospital. Ella me presentó la Iglesia Manmin de Yamagata y me sugirió que fuera con ella. En ese entonces me encontraba observando los servicios de adoración que se transmitían por Internet en el Sistema de Radiodifusión Cristiana (CBS por sus siglas en inglés), de modo que anhelé adorar en un santuario. Esa misma semana visité la Iglesia Manmin de Yamagata y asistí al servicio.
La Iglesia Manmin de Yamagata es una de las iglesias filiales en Japón de la Iglesia Central Manmin. En ese entonces estaban asistiendo a los servicios de adoración por medio de la televisión satelital. Los mensajes del Dr. Jaerock Lee conmovieron mi corazón en gran manera, por eso escuché sus mensajes en la página electrónica de la Iglesia Central Manmin y también leí sus libros. Empecé a vivir cada día con gratitud y la plenitud del Espíritu Santo.
En septiembre del mismo año miré la Cruzada Unida Israel dirigida por el Pastor Principal a través de la transmisión en vivo por Internet, y experimenté las obras de sanidad de Dios.
Ella sobrevivió milagrosamente en un accidente en el que su automóvil colisionó con otro que cruzó la línea central, pero las secuelas la atormentaron por largo tiempo.
Ella ora con el deseo de su corazón mientras se sumerge en el Agua Dulce de Muan.
El primer día fui sanada de mis rodillas y logré arrodillarme. El segundo día fui sanada del riñón, así que dejé de tener dificultades al orinar.
Después de estas experiencias yo anhelé ir a Corea para ver al Pastor Principal Dr. Jaerock Lee en persona. Eventualmente el 31 de mayo tuve la oportunidad de visitar Corea y de quedarme por dos semanas. Me preparé para la visita con un corazón deseoso y con ayuno, y entonces fui a la Iglesia Central Manmin.
De manera sorprendente, Dios empezó a sanar las secuelas del accidente poco a poco a partir del segundo día de mi visita. Después de recibir la oración del pañuelo de parte del Pastor Sooyul Cho durante la Reunión de Oración de madrugada el 1 de junio, la parálisis alrededor de mi frente había desaparecido. Al siguiente día conocí al Pastor Principal a quien tanto anhelaba conocer, y me inundó una serie de sentimientos indescriptibles.
El 3 de junio visité el sitio del Agua Dulce de Muan. Luego de sumergirme en el estanque por siete veces, observé el sol anhelando poder ver ángeles, y entonces miré una vara gruesa que brillaba con luz blanca. Al descender sobre mí desde los cielos se veía como una espada. Esta se alargaba cada vez más hasta que llegó muy cerca de mi rostro. Entonces parecía una cruz rodeada de una luz rosa. Yo estaba muy emocionada y sentí la presencia del Señor.
Cuando regresé a mi habitación y me miré al espejo observé que mi rostro que se veía usualmente pálido había sido restaurado, las partes arrugadas a raíz de la cirugía se habían estirado. Al ver esto los miembros que viajaron conmigo se regocijaron y glorificaron a Dios.
Al siguiente día, 4 de junio, antes de la vigilia entera del viernes le comenté al Pastor Principal lo que había ocurrido en el sitio del Agua Dulce de Muan y recibí su oración, luego de lo cual la parálisis en el resto de mi rostro, alrededor de mis ojos y labios, había desaparecido por completo, y fui totalmente liberada de las secuelas del accidente de tránsito. ¡Aleluya!
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