Diácono Sunghwa Chung (Zona 22da, Misión de Hombres 4-2da)
En mi trabajo tengo que cargar metales pesados. Mientras cargaba y descargaba los metales, fui afectado con estenosis espinal. Yo había sufrido dolor severo en la columna vertebral y en las piernas. Estaba desanimado en un rincón de mi corazón, porque los días de impedimento para caminar continuaban. Fui al Hospital de la Universidad Nacional de Seúl, y después de la evaluación el médico dijo que debía recibir tratamiento quirúrgico. Pero no podía permitirme el lujo de hacerlo porque mi esposa y yo apenas podíamos vivir con lo que ganaba. El dolor fue en aumento y tuve que superarlo sólo con medicamentos para el dolor. El Pastor Jinyoung Chung, líder de mi zona, me aconsejó que con más fervor confiara en Dios durante las dos Reuniones Consecutivas de Oración de Daniel, y que recibiera la sanidad por fe. Me dijo también que me arrepintiera de mis malas acciones en el pasado y mis pecados antes de pedir sanidad. Recuerdo que una noche de marzo no tenía deseo en mi corazón por la Palabra de Dios, escapaba de diezmar a Dios con la escusa de la vida pobre que llevaba, en ciertas ocasiones tomaba un trago pretendiendo ser reacio al mismo en reuniones con mis amigos del mundo, y cosas por el estilo. Me sentí tan apenado delante de Dios, y me arrepentí de todas esas cosas con lágrimas. El 23 de marzo se realizó una reunión especial de Llenura del Espíritu Santo en el Centro de Oración Manmin, Presidenta Boknim Lee, en el Local del Santuario del Norte. No podía dar ni un paso debido al intenso dolor en mis piernas, pero con mucho anhelo en mi corazón asistí a la Reunión de Oración para ver y recibir la oración de parte de la Presidenta Boknim Lee. Ella oró con el pañuelo por cada una de las personas enfermas que asistieron. El espíritu de arrepentimiento vino sobre muchas personas, las cuales se arrepintieron con lágrimas. Al final ella puso sus manos sobre mis hombros y oro de la siguiente manera: “¡Padre, por favor manda el espíritu de arrepentimiento a este hijo y sánalo por Tu gracia!” En ese momento cerré mis ojos, pero de repente, luces brillantes comenzaron a destellar ante mis ojos. Lágrimas brotaron de mis ojos y comencé a arrepentirme rindiendo mi corazón y derramando lágrimas de agradecimiento. Después de recibir la oración me sentía ligero, como que mi corazón volaba sobre las nubes. Pronto comencé a mover mis piernas y la cintura, y me di cuenta que no sentía más dolor. Dos días más tarde fui al Hospital Nacional de la Universidad de Seúl para una reevaluación; los rayos X mostraron que mi columna estaba normal, y que ya no tenía que recibir tratamiento quirúrgico. ¡Aleluya! ¡Estoy tan feliz de poder doblar la cintura!
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