“¡Estoy libre de un ataque de nervios y depresión!”
Diaconisa Jungkeum Lee (61 años de edad) con su esposo el Diácono Dongjo Ji, en la Iglesia Manmin de Miryang
Yo acepté a Jesucristo en China en el año 2000, sin embargo, no estaba dependiendo en Dios. Por ello aún sufría de muchos problemas. Hace cinco años comencé a tener problemas por crisis nerviosas y depresión. También sufría de presión alta y angina de pecho. A pesar de que tomaba medicina para la depresión, solo debilitaba el síntoma pero no mejoraba mi estado. Yo me encontraba en graves problemas.
En diciembre de 2002 nos mudamos a Corea. Fui a varias iglesias, pero no había mensaje que tocara mi corazón. Comencé a orar y a buscar una iglesia que siguiera la voluntad de Dios.
En septiembre de 2005, fui guiado por un conocido a la Iglesia Manmin de Miryang donde ministra el Pastor Taekyu Mun. Allí pude ver las obras poderosas del Pastor Principal Dr. Jaerock Lee y llegar a tener esperanza de ser sanada de mis enfermedades con fe. Sin embargo, si dejaba de tomar la medicina; los latidos de mi corazón se aceleraban, sentía dolor de cabeza y fiebre, y sentía como que quería golpear algo, golpeaba mi cabeza contra algo, y corría de aquí para allá por impulso. Yo no podía sobrellevar esto con mi fe.
En agosto de 2014, formé parte del Retiro de Verano. Durante la reunión de sanidad divina, después de la primera noche de seminario, muchas personas recuperaron la vista y llegaron a levantarse de las sillas de ruedas y a caminar gracias a la oración del Dr. Lee. Los observé y sentí pesar ante Dios por no haber sido sanada en medio de tales grandes obras.
Pensé: “El poder del pastor ha sanado las enfermedades de muchas personas. Ahora es el momento de mostrar fe”. Entonces cambié de opinión y me arrepentí de haber adorado a ídolos antes de conocer de la verdad y no haber vivido por la Palabra incluso después de aceptar al Señor. Entonces dejé de tomar la medicina. Y me puse muy nerviosa y comencé a sentir dolor. Pero traté de superarlo mediante la oración y la fe.
En el séptimo día me encontré con el momento más duro. Leía la Biblia, alabé y escuché los sermones, pero no podía controlarlo. Mientras yo estaba rodando por toda mi habitación sin control alguno, el Dr. Lee pasó por mi mente; él intercede por nosotros con lágrimas.
Oré a Dios de manera ferviente en mi corazón, diciendo: “Ciertamente lo superaré. ¡Ayúdame!” Entonces sentía algo cada vez mayor que corría por mis venas de ambos lados de mi cabeza hasta la frente. Yo pensé: “¿Qué está sucediendo?” En el momento adecuado, las cosas se encontraron y chocaron entre sí e hicieron un sonido – ‘¡pang!’ Se sentía como si algo iba a reventar.
Luego me sentí refrescada y con frío y sin dolor de cabeza. Las lágrimas brotaban de mis ojos sin parar. A partir de entonces, la sensación de intranquilidad desapareció y pude estar pacífica y positiva. Llegué a tener la confianza de que podía hacer todas las cosas.
Muchas personas a mi alrededor me dijeron que me veía más joven y mejor. Estoy tan agradecida a Dios. Las tinieblas se desvanecieron y ahora me siento muy feliz con la paz recibida de parte del Señor. ¡Aleluya!
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