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Title
   Estudio Biblico(15) - Organización y Orden de la Iglesia    
Speaker
   Rev. Jaerock Lee
Pasaje
   
Date
   2009-03-06



Capítulo 15
Organización y Orden de la Iglesia


1. Organización y Cargos Varios
Efesios 4:11-12 dice: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.” Dios designa varios cargos con los dones del Espíritu Santo en la iglesia para que los creyentes sean completos, para servirles, y para establecer la iglesia.

Por consiguiente, aquellos que tienen cargos deben llegar a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a ser hombres perfectos, a la medida de la estatura de la llenura de Cristo. Ellos ya no deberían ser niños, lanzados de aquí para allá y arrastrados por cada viento de doctrina, por el engaño de hombres, por la astucia hábil de tramas engañosas, sino que, hablando la verdad en amor, deben crecer en todas las cosas en Él, quién es la cabeza, Cristo.

Aquellos con cargos en la iglesia generalmente se clasifican en:
- Ministros, que son quienes han sido llamados por Su ministerio con una labor especial, sirviendo plenamente a los miembros.
- Otros miembros laicos.

Los ministros deben predicar y enseñar la Palabra de Dios, y orar concentrándose en el cuidado de las ovejas como un pastor (2 Timoteo 4:2, Hechos 20:28, Mateo 28:20). Dios también designó cargos a los miembros laicos para cumplir completamente con los deberes en la iglesia. Las diversas iglesias y denominaciones tienen nombres diferentes para los cargos, pero el cargo más alto para los miembros laicos es el de “Anciano.”

Los Ancianos sirven a la iglesia como Obispos, por lo cual ellos deben tener una fe sincera y deben ser personas amables que puedan ser de ejemplo a los creyentes. Ellos manejan la administración e intentan aumentar la moralidad ayudando a los ministros. Tito 1:5-9 nos indica los requisitos de un Anciano, especificando: “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.”

En 1 Timoteo 3:1-7 también se escribe acerca de los requisitos de un Obispo; y en 1 Pedro 5:1-4 leemos los siguientes consejos para los Ancianos: “Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.” De este modo Dios dice: “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.” (1 Timoteo 5:17)

Aparte del cargo de Anciano que cuida de los miembros en la iglesia, existe el cargo de Diácono, quien ayuda a los Ancianos y sirve a la iglesia oficialmente. 1 Timoteo 3:8-13 indica acerca de los requisitos de un Diácono: “Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas; que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia. Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles. Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas. Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús.”

De la misma manera, hay ministros en la iglesia quienes son designados por el Señor para administrar la iglesia como un todo, para orar y predicar la Palabra de Dios. Por lo tanto debemos designar a los Ancianos y Diáconos para servir a la iglesia y a sus miembros.


2. El Orden Establecido por Dios para la Iglesia
Nuestro cuerpo tiene brazos, piernas, rostro y otras partes más que constituyen un cuerpo entero, trabajando en bien común. De la misma manera, hay muchos deberes en la iglesia, el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:5). Estos deberes son puestos por Dios, y no podemos decir que uno es más importante que otro.

Si nuestro cuerpo no tuviese un ojo o una mano, sería muy incómodo. Si alguna parte de nuestro cuerpo siente dolor, todo el cuerpo sufre. Los deberes en la iglesia son parte de todo un cuerpo, y estos deben unirse como un engranaje y así cumplir el Reino y Justicia de Dios.

Si alguna parte tiene un problema, la iglesia entera pierde la paz. Por lo tanto, Dios estableció un orden en la iglesia para que no se den contiendas o disensiones, y para que todos nos preocupemos unos por otros. 1 Corintios 12:28 dice: “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.”

- Primero: Los Apóstoles
El apóstol es un siervo de Dios que le obedece completamente y ha cumplido su voluntad. Esto incluye a siervos de Dios como Pedro o Pablo, quienes fueron llamados dentro de la voluntad de Dios, obedecieron para realizar sus tareas asignadas por Él, sacrificaron incluso sus vidas para construir el Reino de Dios y su Justicia, y alcanzaron la obediencia perfecta.

- Segundo: Los Profetas
Los profetas son los siervos u obreros de Dios que están en el proceso del llamado de Dios. Debido a que Dios mismo los ha llamado, Él los refina personalmente. Cuando ellos se convierten en vasijas apropiadas a través de las pruebas, Dios los usa para su Reino y su Justicia. Los profetas desechan el mal en su corazón, lo transforman en tierra buena, y realizan bien sus tareas. Por consiguiente, Dios no sólo reconoce como profetas a los ministros, sino también a aquellos que realizan bien sus tareas asignadas por Dios.

- Tercero: Los Maestros
La iglesia tiene el deber de enseñar a los creyentes con la Palabra de Dios. De modo que si nosotros en calidad de maestros de Escuela Dominical, líderes de células, u otros tipos de líderes, enseñamos la Palabra de Dios, plantamos la fe, y guiamos las almas al camino de vida, Dios se complacerá con nosotros. Por consiguiente, Mateo 5:19 dice: “De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.”

- Cuarto: Los Milagros
La razón por la que los milagros están después de la enseñanza es debido a que los creyentes pueden crecer y llegar a tener una fe firme cuando aprenden de la Palabra de Dios y ven la evidencia de que Él está vivo. Si nosotros recibimos el don de realizar milagros, el poder de Dios, que está más allá del límite humano, se manifestará y podremos testificar del Dios viviente. “Milagros” no se refiere solamente a sanar todo tipo de enfermedad, sino también a aquellas personas con enfermedades de nacimiento tales como la poliomielitis y la cojera.

- Quinto: El Don de Sanidad
Es muy difícil encontrar en el mundo a una persona que pueda realizar milagros, pero hay varias personas que han recibido el don de sanidad. Con este don ellas oran por aquellos que están padeciendo enfermedades y los sanan para que puedan dar la gloria a Dios. Todas las iglesias deben tener este don para que aquellos que se acercan a Dios sean liberados de todo tipo de enfermedades con la fe. Entonces, el evangelio se extendería más rápidamente para que más personas lleguen a ser salvas.

- Sexto: La Ayuda
Es muy importante amar a nuestro prójimo y ayudarnos unos a otros como miembros de una misma fe. Si nos ayudamos entre si, sentiremos el amor de Dios más profundamente e intentaremos unirnos más. Por consiguiente, debemos ayudarnos mutuamente, pero primero con las oraciones, dando consejos, y dando esperanza. Nosotros debemos buscar el beneficio de la otra persona sacrificándonos para tener un buen compañerismo. Si nosotros actuamos de esta manera podremos cumplir bien con el Reino de Dios y su Justicia.

- Séptimo: La Ministración
Podemos clasificar la 'ministración' en:
- Aquella que ministra a nuestra propia mente; y,
- Aquella que ministra a los hermanos.
Ministrar no significa controlar algo con poder material o físico, sino controlar las cosas con amor, virtud, y veracidad total.
El acto de ministrar nuestra propia mente es para tomar control del mal en nuestro corazón y para imitar el corazón de Jesucristo que lleva el fruto del Espíritu Santo y las Bienaventuranzas. Sólo cuando nosotros podamos controlar y ministrar nuestra propia mente podremos abrazar a nuestros hermanos y ministrarlos dentro de la verdad.

- Octavo: La Variedad de Lenguas
Hablar en lenguas constituye la oración del espíritu y un don que es otorgado a los hijos de Dios que han recibido el Espíritu Santo. Al orar en lenguas, nosotros podemos tener comunión profunda con Dios, y ganar más fuerza para orar con más frecuencia. Los hijos de Dios deben orar continuamente y deben estar dispuestos a orar profundamente, porque la oración es el aliento de nuestro espíritu. Por consiguiente, hablar en diversas lenguas también es un don necesario para los creyentes.


Una vez que nosotros entendemos la organización y el orden de la iglesia, los miembros pueden crecer en la fe de la manera correcta. Entonces, la iglesia se unificará por el Espíritu Santo y los miembros tendrán plenitud de fe, para que cada iglesia tenga las bases para un gran avivamiento.

 
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