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Title
   Testimonio de Dr. Jaerock Lee(5) - Transcurso del tiempo    
Speaker
   Rev. Jaerock Lee
Pasaje
   
Date
   2008-04-24



Primera Parte: En el umbral de la muerte

1. El deber filial es morir
2. Mi infancia
3. Luchas
4. Transcurso del tiempo



4. Transcurso del tiempo


Mi esposa llegó a ser cabeza de familia

Mi lucha contra la enfermedad era como la de alguien caído en un pantano: cuanto más luchaba, tanto más me hundía. Mi lucha me causó más enfermedad y también grandes problemas en mi matrimonio.
Antes de terminar la dulzura de la luna de miel, me puse enfermo y mi esposa tuvo que cuidarme. Ella era muy lista y hábil para conseguir cualquier medicamento que le recomendaban. Cualquier trabajo por curar a su esposo, ella lo hacía sin sentirse avergonzada. A veces ella estaba tan enfadada que tomaba sus pertenencias y se iba a su casa, ya que tenía un temperamento fuerte.
Mi esposa tenía que pedir prestado dinero para pagar las deudas. A veces cuando llegaba al punto de no aguantar más la presión de los acreedores, me abandonaba diciendo que quería el divorcio. Yo sufría mucho cada vez que tenía que enfrentarme a esas situaciones, pero después de unos días de ausencia, siempre volvía.
En una ocasión, después de una usual ausencia, regresó con una cara alegre.
"Mi hermana mayor me ha dado cien mil wones. Voy a abrir una tienda en el mercado".
Después de unos días, ella abrió un negocio pequeño en el mercado Kum-Ho y fue la dueña de su propio comercio. Vendía diferente clase de comidas y también bebidas. Estaba decidida a pagar la deuda. Salía temprano por la mañana a comprar materiales para hacer diferentes clases de alimentos y volvía a casa a eso de las doce de la noche.
Todo el día me quedaba en casa, leyendo y soñando. En raras ocasiones, salía de casa, iba a una tienda cercana y ahí me sentaba a observar a los ancianos jugar a las cartas. Nadie podía saber lo infeliz que me sentía al ver que como jefe de familia era un incapacitado y lo único que hacía era malgastar el tiempo.


Mis pobres padres

Yo tenía dos hijas y ellas me añadieron tristeza. Mi primera hija, Mi-Young, creció desde su nacimiento mirando a su padre enfermo. Ella era buena por naturaleza. Ella siempre como mis manos y piernas y sobre todo era como un amigo para mi. mientras estaba jugando fuera con sus amigos, con frecuencia entraba en casa para verme si estaba bien. Sin embargo, ella tenía una infección en la piel por todo su cuerpo, la cual fue transmitida por mí, y no tenía a nadie quien pudiera cuidarla, puesto que su madre salía a trabajar. Por eso estaba enferma con frecuencia.
A mi segunda hija Mi-Kyong, no podía verla con frecuencia, puesto que la llevamos a vivir con su abuela en cuanto ella no necesitó la leche materna ya que mi esposa empezó a trabajar.


"Tú te pareces a tu padre", dijeron ellos

Puesto que ella -mi hija- se parecía a mi en la apariencia, la familia no la quería tanto. Por no tener a nadie quien la amara, Mi-Kyong llegó a estar muy abandonada. En alguna ocasión, la vi jugando sola y llevando a su boca la ropa sucia. Mi corazón estaba desgarrado por la tristeza.
Después de mandar a Mi-Kyong con su familia en el campo, mi esposa trabajó con más empeño en la tienda. Ella supo que yo no pediría dinero a mi familia aunque la situación financiera estaba desesperada.
Mi esposa mantenía el hogar, comprando medicamentos para mí y pagando deudas. Ella estaba presionada por pagar los las deudas y tenía que pedir prestado para pagar los intereses de otras deudas. Con la suma del dinero que ella ganaba en su tienda, era difícil pagar a los usureros. La situación financiera de nuestro hogar era muy mala.
Lo sentí mucho por mí, puesto que yo tenía que contemplar a mi esposa trabajando con empeño.
En una ocasión, mi esposa, que estaba cansada por la presión de los acreedores, me dijo:
"¿Cómo puedes tú hacerme esto? ¿Tú eres hombre? Desde que nos casamos, tú me haz hecho sufrir toda clase de adversidades y ahora incluso me haces salir a trabajar y ganar dinero. No necesito más tu amor. Sal y gana algún dinero por ti mismo".
Ella lloró desesperadamente y luego se marchó. Mi amor propio de hombre estaba arruinado. Ella no volvió al día siguiente, ni en otros días.
Mi-Young me preguntó por su madre: "Papá, ¿por qué no viene mamá? ¿Está ella en la tienda? Vamos a la tienda papá".
Ella lloraba mucho, mientras me traía mi bastón.
No pude aguantar más. Dije a mi hija: "Mi-Young, ve a la tienda y cómprame una botella de vino y un paquete de cigarrillos".
Bebí para olvidar el sentimiento de pecado que tenía sobre mi esposa. Bebí para olvidar el odio a ella y para olvidar mi dolor. No había otro remedio para olvidar mi pena.
Yo estaba enfermo gravemente, pero de todos modos, bebía y bebía.
"Cuando mi madre me dijo que yo debería morir para cumplir mi deber filial, grité lo contrario, tenía que vivir. Luchaba por sobrevivir. Ahora incluso mi esposa me abandonaba. ¡Incluso mi esposa!..."


Transcurso del tiempo

Como el humo del cigarrillo que desaparece poco a poco en el aire, mi mente abandonaba a mi esposa y mi anhelo de vivir estaba desapareciendo.
"Bueno, esta bien. Todo el mundo puede abandonarme. El alcohol me ayudó a olvidar mi dolor y el cigarrillo consoló mi tristeza".
Mi esposa volvió después de varios días y me gritó: "No volví para verte. Volví para ver a Mi-Young".
Sentí que tenía que escucharla sin decir nada, también sentí tristeza por ella puesto que su corazón cambiaba constantemente.
Mi salud se empeoró más desde que empecé a beber de nuevo. No sentí la necesidad de luchar contra la enfermedad, por no tener a nadie que me cuidara. Me decidí a complacerme a mí mismo. Sin tener fuerte amor a la vida, me decidí a vivir de todos modos.
Bebía y fumaba para ablandar el rencor hacia los que me abandonaron. No podía matarme a mí mismo. Sólo vivía con un espíritu de venganza.
¡Cuán astuta era mi muerte!
Consideraba antes el alcohol como el enemigo que me causó el abandono de mis parientes, hermanos, esposa y amigos; ahora consideraba al alcohol como mi único amigo y consuelo.
En mi mesa, tenía que haber siempre una botella de vino. Mis manos temblaban si no tomaba alcohol y mi mente no se relajaba. No podía hacer nada sin beber.
Me hice un alcohólico que no podía comer la comida sino bebía algo de alcohol.
Mi vida en aquel entonces era como la de un insecto efímero. "No me importaba el mañana. Sólo tengo el hoy".
¿Cómo podía mirar hacia el mañana cuando hoy era una agonía total? Sólo bebía para olvidar el hoy. La bebida llevó a mi cuerpo a una situación peor, y mi vida llegó a ser como una hoja arrastrada por el viento.


Muy estúpido

Al mirar hacia atrás, veo que era estúpido. Tenía que comprender y persuadirme de que "La vida no tenía que ser malgastada. El tiempo y la vida son muy valiosos. Aunque había adversidades difíciles, tenía que enfrentarme con entereza. No tengo que mirar el dolor presente, sino la esperanza del futuro. Dios ayuda a los que se ayudan a sí mismos. Donde hay vida, hay esperanza".
Aunque dejé de luchar por la vida, mis días sin sentido continuaron. Sin pensar, sólo comía, bebía y dormía como un animal. Yo tenía que estar sólo, y no me preocupaba por nada. ¡Cuán estúpido era yo!
Pasé siete años en el umbral de la muerte. El tiempo transcurrió como agua, sin embargo mi vida estaba congelada. Era como Jonás, arrojado al mar y capturado por un gran pez.

 
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